La posibilidad de embarazo, dependiendo de las características de los pacientes y del tipo de inseminación (conyugal o con semen de donante) oscila entre un 15% y un 30% por cada intento de inseminación.
La desventaja de esta técnica es que, una vez introducido el semen en la cavidad uterina, no nos aporta datos sobre los óvulos fecundados ni sobre la calidad de los posibles embriones.